Otro temblor fuerte se sintió en Lima en 1582, durante la celebración del Concilio Provincial, que produjo la caída de algunos edificios.
Ambos sismos fueron los heraldos o precursores del mayor ocurrido el año de 1586.
Es por ambas circunstancias afortunadas (la hora y el ruido) que la gente pudo ponerse a resguardo a tiempo, saliendo a los espacios abiertos, lo que hizo que el número de víctimas en Lima y Callao no pasaran de los 22, aunque hubo numerosos heridos y lastimados.
El sismo generó a la vez un maremoto que asoló una gran porción de la costa peruana.
Fue tanta el agua que por varios días no se pudo andar a caballo por dicha zona.
Hubo que hacer alguna obra y habilitar una Capilla vecina para sala de audiencia, repartiéndose las demás oficinas como mejor se pudo.