[4] El propietario real del tesoro y las razones por las que este fue enterrado son aún desconocidos, pero estaba embalado con mucho esmero y su contenido parece coherente con los bienes que una familia adinerada puede haber poseído.
Este descubrimiento permitió atraer a los cazadores de tesoros equipados con detectores de metales y demás arqueólogos, lo que causó un cambio en la ley sobre los tesoros descubiertos en Inglaterra.
Peter Whatling, un labrador arrendatario, había perdido un martillo y pidió a su amigo Eric Lawes, un jardinero retirado y detector de metales amateur, que lo ayude a encontrarlo.
[10] El martillo perdido de Peter Whatling también fue recuperado y donado al Museo Británico.
[12] Algunos pocos objetos se hallaban desordenados debido a la acción de los animales silvestres y el arado.
Bajo la common law inglesa, cualquier cosa pertenece a la Corona si nadie reclama su propiedad.
[14] Tres años más tarde, la Treasure Act de 1996 prescribió que el descubridor (Lawes) y el arrendatario (Whatling) tenían que ser premiados equitativamente.