Se caracteriza por tener un plumaje gris oscuro con irisaciones negruzcas alrededor de la cabeza y el cuello.
Presenta una cola larga redondeada, un pico de color marfil blanco y una mancha rojiza encima del ojo.
Por tanto y ante la extinción antrópica de los pinares cantábricos, ha debido adaptarse, desde la Edad Media a los bosques caducifolios, claramente subóptimos y que han mantenido a la especie en un tenso equilibrio.
La baja altura relativa de su hábitat sobre el nivel del mar, el carácter hiperhúmedo atlántico y la orientación norte no favorecen a la especie.
Mientras que en otros países europeos se gestiona activamente las formaciones forestales para favorecer a la especie, con buenos resultados; en España persiste una controversia entre algunos expertos partidarios de la no intervención sobre hábitats con urogallos cantábricos que llevan siglos siendo modificados por las comunidades rurales.
La estructura forestal desempeña un papel importante en la determinación de la idoneidad del hábitat y su ocupación.
El área de distribución histórica ocupada por esta subespecie (3500 km²) ha disminuido en más del 50 % (Quevedo et al.
2006b, p. 269), y los cantaderos en los parches más pequeños de los bosques han sido abandonados durante las últimas décadas.
Otros investigadores sugieren que, si se pierde más hábitat de conectividad, la población de urogallo cantábrico puede quedar dispersada en subpoblaciones aisladas demasiado pequeñas para garantizar su supervivencia a largo plazo.
Por lo tanto, el deterioro del hábitat y la fragmentación de origen antropogénico, no sólo conducen a la disminución del área de distribución, sino que también puede tener consecuencias genéticas significativas y, por tanto, consecuencias evolutivas en las poblaciones supervivientes (Segelbacher et al.
Algunas poblaciones restantes tienen un alto riesgo de extinción local (Quevedo et al.
(2005, p. 401), estos autores concluyen que la distribución del urogallo cantábrico en la ladera sur de la cordillera Cantábrica se encuentra fragmentada en 13 pequeñas subpoblaciones: cuatro en la zona occidental y nueve en la oriental.
Seis subpoblaciones (5 en la oriental y 1 en el occidente) contenían un único macho cantando, lo que indica una población muy pequeña, ya que la presencia de machos cantores tiene una correlación directa con las cifras de población.
La especie no ha sido formalmente considerada para su inclusión en los Apéndices del Convenio CITES.
En la actualidad la caza del urogallo cantábrico es ilegal en España, sin embargo, la caza furtiva se sigue produciendo (Storch 2000, p. 83; 2007, p. 96), si bien es anecdótica y de escasa importancia para el devenir de la especie en la cordillera Cantábrica.
Debido a que esta especie se congrega en cantaderos, los individuos son un objetivo especialmente fácil, y la caza furtiva de urogallo es considerada común (Storch 2000, p. 15).
Por lo tanto, la utilización excesiva con fines recreativos es una amenaza para la existencia continuada del urogallo cantábrico en todo su rango de presencia.
En resumen las enfermedades y la depredación no parecen ser serias amenazas a la supervivencia del urogallo cantábrico en toda su área de distribución.
Varios tipos de hábitats valiosos para el urogallo han sido incluidos en la presente Directiva, en concreto en el Apéndice I, Sección 9, Bosques.
El urogallo cantábrico está catalogado como estrictamente protegido” en el Apéndice II, que exige a los Estados miembros garantizar la conservación de los taxones incluidos y sus hábitats.
Además, esta ley ofrece incentivos económicos para la gestión sostenible de los bosques por los propietarios privados y entidades locales.
En promedio, el 80 % de todos los incendios en España son provocados intencionadamente por el hombre (Lloyd 2007a, p. 1).
Además, la especie evita las zonas que se queman de forma recurrente, porque las regiones pierden su capacidad para regenerarse y no puede producir el hábitat que la especie requiere (Suárez-Seoane y García-Rovés 2004, p. 406).
No se conoce cuántas hectáreas de hábitat adecuado para el urogallo cantábrico son consumidas por el fuego cada año.
En resumen, las perturbaciones ocasionadas por los seres humanos pueden provocar un impacto a estas aves.
Los Espacios Naturales en España han registrado un aumento en el uso humano para el recreo y la caza.
Además, a medida que aumenta la presencia humana, la probabilidad de incendios y disturbios se incrementa.