Dirigió una revista literaria, L´Artiste, en la que colaboró Huysmans, de quien fue amigo.
Sus primeras obras poéticas y, especialmente, las Rimes de joie (1881), atrajeron sobre sí la atención y admiración del mundo literario de su época.
Joris-Karl Huysmans, sobre todo, veían en él a un discípulo aventajado de Charles Baudelaire y de Theophile Gautier, y lo elogió en A contrapelo.
Rubén Darío lo incluyó entre sus poetas admirados y le dedicó un capítulo en Los Raros.
Sus versos se inclinan hacia las elegancias rebuscadas y los placeres facticios.