Esa noche, Lena, desconsolada, le dice a Robin que su padre ha sido asesinado.
Un día, un anciano ciego (Edward Connelly), otro residente del edificio, acude a Salomé para que le lea otra carta de su hijo; Salomé le dice que el hombre ha sido ascendido a capitán y recibió una condecoración.
Más tarde, sin embargo, le revela a Robin que el hijo está en realidad en la prisión al otro lado de la calle, y está previsto que lo ahorquen a la mañana siguiente.
Esa mañana, el anciano escucha voces en la habitación de Salomé y supone que su hijo finalmente ha regresado a casa.
El griego primero intenta deshacerse de su rival romántico tomando el lugar del "verdugo" y usando una espada real para cortarle la cabeza a Robin, pero Salomé se da cuenta y lo detiene.
Robin toma el dinero de su cadáver y se lo da al policía.