Los conspiradores también tenían previsto instigar una rebelión en las Midlands, al mismo tiempo que prepararían el secuestro la hija de Jacobo, la princesa Isabel.
Es posible que fuera papista, pero en algún momento se convirtió al catolicismo, y probablemente partió con George Clifford de Cumberland en 1589.
A cambio, Thomas le ayudó en una conspiración contra los alcaides escoceses de las marchas medias.
Varios autores han descrito a Percy como un hombre beligerante y excéntrico, con «oleadas de energía que se desvanecían en la desidia».
Según Tesimond, «hizo promesas generosas para favorecer activamente a los católicos» y «les concedería cualquier puesto o privilegio».
Fraser plantea que el rey escocés probablemente pretendía brindar a los católicos una libertad de culto en el ámbito privado; de ser esto cierto, sería una visión mucho más reservada que la anunciada posteriormente por Percy, quien les dijo a sus compañeros católicos que el rey se comprometía a proteger su religión.
Tomando en consideración el pintoresco inglés hablado de Jacobo, es posible que hubiera malentendidos entre ambas partes.
Casi un año antes, había acudido a casa de Robert Catesby en Ashby St Ledgers para quejarse de Jacobo, que había hecho poco para satisfacer sus expectativas desde que sucediera a Isabel.
[22] Había amenazado entonces con matar al nuevo rey usando sus propias manos, pero Catesby le pidió que se moderara y le dijo: «Estoy ideando una manera más segura y te la daré a conocer pronto».
[29] Percy dedicó el otoño a recolectar las rentas de Northumberland,[4] mientras que Catesby prosiguió recabando apoyos.
Llegado octubre de 1605, contaba con doce hombres católicos adscritos a la causa y ya estaba puliendo los detalles del plan.
Varios conspiradores manifestaron su inquietud por la seguridad de aquellos compañeros católicos que se vieran afectados por la explosión.
[30] Percy estaba preocupado por su patrón, Northumberland, que habría sido nombrado Lord Protector de haber tenido éxito el complot.
[33] Al desconocer su significado, este se la remitió a Robert Cecil, conde de Salisbury.
Este ya sabía algo, pero no conocía la naturaleza exacta de la conspiración ni quiénes estaban involucrados.
Tresham consiguió convencerles de su inocencia y les urgió a abandonar el complot.
[40][41] Al siguiente día, su consejo privado le comunicó que se había decidido llevar a cabo un registro en el Parlamento, «tanto por arriba como por abajo».
Se encontraron con Catesby y el resto, que habían partido rumbo al levantamiento en las Tierras Medias, y prosiguieron rumbo a Dunchurch; en cierto momento, se deshicieron de sus capas para conseguir una mayor velocidad.
A los supervivientes se les puso en custodia, mientras que los cadáveres fueron enterrados cerca de Holbeche.
El conde de Northampton, sin embargo, exigió que se exhumaran los cuerpos de Percy y Catesby[48] y que sus cabezas se colgaran en estacas al lado del Parlamento.
[49][50] Con la muerte de Thomas, ya no quedaba nadie que pudiera inculpar a Henry Percy ni tampoco jurar su inocencia.