[1] La tinta se usaba en el Antiguo Egipto para escribir y dibujar sobre papiros desde el siglo XXVI a. C.[2] Las tintas chinas pueden remontarse hasta tres[3] o tal vez cuatro milenios al período neolítico chino.
La tinta roja, a base de minium, o terra rubrica (de ruber, ‘rojo’, era el bermellón, es decir, cinabrio reducido a polvo), se usaba en las rubricae o letras iniciales y para todo lo que se quería resaltar.
Sin embargo, debido a que los colorantes son disueltos en una base líquida, tienden a ser absorbidos por el papel haciendo a la tinta menos eficiente y permitiendo que se corra de su lugar produciendo un efecto sucio y de escasa calidad en la impresión; pero poseen mayor transparencia que los pigmentos y, por tanto, en caso de requerir menor opacidad estos son los idóneos.
Otros métodos, particularmente aconsejables para tintas que no son utilizadas en aplicaciones industriales por su alta toxicidad, como las empleadas en impresiones a chorro, incluyen el recubrimiento del papel con una capa cargada.
Si el colorante tiene la carga contraria, entonces es atraído y retenido por esta capa, mientras que el solvente es absorbido por el papel.
Una desventaja de los métodos basados en tinta coloreada es la mayor susceptibilidad al desvanecimiento, especialmente cuando se expone a rayos ultravioletas como los emitidos por la luz solar.
Los demás colores se forman mezclando en diferentes proporciones magenta, amarillo o cian.
Un solo litro de tinta para impresión puede costar entre 1,800 y 2,000 dólares (USD).
Si el combustible para los automóviles fuera la tinta, repostar un depósito para recorrer 500 kilómetros costaría 80,000 dólares.
Como resultado, la tinta puede tener un color diferente al de la escritura seca.
Tiene una excelente solidez a la luz, resistencia al agua y profundidad de color.
La tinta indeleble en sí no es infalible, ya que puede utilizarse para cometer fraude electoral marcando a los miembros del partido contrario antes de que tengan la oportunidad de emitir su voto.
Existe la idea errónea de que la tinta no es tóxica aunque se ingiera.
Aunque la tinta no causa fácilmente la muerte, el contacto repetido con la piel o la ingestión pueden provocar efectos como fuertes dolores de cabeza, irritación cutánea o daños en el sistema nervioso.
[12] Estos efectos pueden estar causados por los disolventes o por los ingredientes pigmentarios como la p-anisidina, que ayuda a crear el color y el brillo de algunas tintas.
La tinta consume aceites y metales no renovables, lo que tiene un impacto negativo en el medio ambiente.