Cuando nació Tomás, su padre ya era maestro de Villanueva, en la misma escuela que había dejado vacante su abuelo al morir.
Un año antes se había casado con Teresa Alvira, una chica de Lanaja (Huesca).
Eran primos hermanos y tuvieron que pedir dispensa canónica en razón de parentesco.
Cuando tenía dos años, al aprobar su padre una oposición de Magisterio en Zaragoza, se traslada todo la familia a la capital aragonesa.
Esto fue porque su padre, le pidió que diera una clase a los niños de siete años.
Estuvo residiendo en El Rolmo, un hostal pequeño, cuyas ventanas daban a la Gran Vía.
Empezó las oposiciones con buena letra: al terminar el cuarto ejercicio le aventajaba solo un opositor.
Al poco tiempo, se reencuentra con José María Albareda, viejo conocido de la Universidad de Zaragoza, y le presenta a dos jóvenes, fieles del Opus Dei: el ingeniero argentino Isidoro Zorzano[2] y el médico madrileño Juan Jiménez Vargas.
Comienza a estudiar con ellos en la pensión en la que se aloja Albareda, situada en la calle Menéndez Pelayo, en frente del Parque de El Retiro.
[4][5] Al poco de conocer a San Josemaría, decide atravesar a pie los Pirineos, junto con este y otros fugitivos, y así reunirse con su familia, que ha quedó en la otra parte de España.
Durante este periodo, se tiene que preparar su tesis doctoral en el Instituto de Edafología.
"Era —me atrevería a decir— una mezcla de comprensión y profundo respeto hacia el alumno, en perfecto equilibrio con la exigencia.