En 1920 fue elegido concejal de Esporlas, en franca minoría frente a diez concejales que conformaban la alternancia en el poder público español en la época de la Restauración.
Durante su mandato fueron frecuentes las desavenencias con el gobernador civil, Joan Manent.
La agrupación socialista y la Casa del Pueblo local fueron clausuradas.
Trasladado a una cárcel, su esposa no consiguió identificarlo debido al rostro desfigurado por la tortura.
El nuevo alcalde nombrado por los sublevados lo calificó a principios de 1937 de "jefe supremo del marxismo", pero en 1941 señaló que "no participó en nada".