Tomás Serrano

Destaca en esta obra en especial la defensa de Marco Valerio Marcial, por cuyos epigramas Serrano tenía una devoción y admiración sin límites y a quien dedicó grandes trabajos exegéticos.

En cambio, Tiraboschi posponía siempre al poeta bilbilitano a Catulo.

Llevando al extremo sus trabajos de exégesis compuso un manuscrito titulado M. Valerii Martialis Roma que describía la sociedad romana contemporánea de Marcial usando casi exclusivamente sus textos.

Además, escribió un comentario de este poema: Vera Hispaniae Effigies ex antiquis numismatis expressa.

Como poeta latino tuvo por modelos a Marcial, John Owen y Jaime Falcó, y su género favorito fue el epigrama; su sentido crítico le hizo destruir muchos de estos partos del ingenio, como cuenta García: «Parva et pauca dedit, plura et maiora daturus / si minus ipse sibi displicuisset erat.»[1]​