Miguel Matamoros

Tuvo una gran contribución al desarrollo del son cubano, ritmo procedente de las zonas rurales del oriente de Cuba.

Este grupo constituye una referencia obligada en la historia de la música afrocubana.

Como pieza cumbre de esta unión del bolero y el son está el tema Lágrimas negras, que ha sido grabada en cientos de versiones y marcado un hito en la historia musical de Cuba y el Caribe.

Tiempo después, Miguel funda una agrupación bajo el formato de siete músicos a la que denominó Septeto Matamoros y también dirige su orquesta, aunque esta etapa de su vida musical no tuvo la trascendencia del legendario trío.

Realizó presentaciones en Santo Domingo, Venezuela, Puerto Rico y Nueva York.