[1] Los núcleos vestibulares reciben información a través del nervio vestibulococlear sobre los cambios en la orientación de la cabeza.
Los núcleos transmiten órdenes motoras a través del tracto vestibuloespinal.
Las vías piramidales, como la corticoespinal y algunos tractos corticobulbares, pueden inervar directamente las neuronas motoras de la médula espinal o el tronco encefálico.
Esto se observa en las células del asta anterior (ventral) o en ciertos núcleos de los nervios craneales.
Sin embargo, investigaciones más recientes han permitido comprender mejor la integración del control motor.
[1] Una clasificación más adecuada de los núcleos y tractos motores sería por sus funciones.
La vía medial ayuda a controlar los movimientos gruesos de las extremidades proximales y el tronco.
Cuando las neuronas sensoriales vestibulares detectan pequeños movimientos del cuerpo, el tracto vestibuloespinal envía señales motoras a músculos específicos para contrarrestar estos movimientos y volver a estabilizar el cuerpo.
Como resultado, las fibras vestibulospinales mediales descienden sólo hasta los segmentos cervicales de la médula.
[8] El reflejo tónico laberíntico (TLR, por sus siglas en inglés) es un reflejo que está presente en los recién nacidos justo después de nacer y que debería estar completamente inhibido a los 3,5 años.
Durante la primera infancia, el reflejo tónico laberíntico madura y se convierte en un reflejo vestibuloespinal más desarrollado que ayuda con la postura, la alineación de la cabeza y el equilibrio.
[6] La posible aparición temprana del daño puede observarse mediante una prueba de Romberg positiva.