En la mitología cántabra los trentis son duendes traviesos de los bosques.
[1] Se ocultan entre los bardales para poder tirar de las sayas y pellizcar las pantorrillas a las muchachas, para después escapar corriendo entre los bardales.
Aunque son bromistas también pueden ayudar al hombre sin que estos lo sepan, sintiendo especial predilección por los niños.
Auxilian al pastor a encontrar su ganado tras la tormenta o las maldades del Ojáncanu y ayudan a las viejas que no pueden valerse por sí mismas.
Se alimenta de panojas y endrinas, pero jamás bebe agua, pues es veneno para él.