No hay ejemplos de su uso hasta el romanticismo., Gertrudis Gómez de Avellaneda y Ventura Ruiz Aguilera usaron en sendos poemas un tipo de tridecasílabo que Tomás Navarro Tomás denomina dactílico, con acento en las sílabas tercera, sexta, novena y duodécima: Yo palpito tu gloria mirando sublime (Avellaneda, «Noche de insomnio y el alba»).
[4] Por último, encontramos también en la poesía modernista un tipo de tridecasílabo que el tratadista llama compuesto, formado por un hemistiquio hexasílabo y otro heptasílabo: ¿Sus dioses?
El arte, la vida y el placer (Manuel González Prada, «Ritmo sin rima»).
Tal es el caso del tango «Adiós, muchachos, compañeros de mi vida», popularizado por Carlos Gardel, y del bolero de Javier Krahe «Paréntesis»: Más bien perplejo recorría las aceras, / oh cuán curiosa, me decía, es la mujer.
En la trova suriana, género tradicional lírico-musical de México, existen varios ejemplos de versos tridecasílabos: Hoy que he llegado ante esta amable ocurrencia, a la que debo saludar atentamente, no tengo estudio ni lenguaje suficiente para ofertarles mi cariño en esta vez...