En algunas ocasiones parece existir una predisposición genética a la aparición del mal.
Predomina en adolescentes y menores de 20 años, es más frecuente en varones (62%) que en mujeres (38%).
[2] En la evolución del proceso se distinguen tres fases, en la primera o inicial existe dolor, tumefacción y eritema; en el segundo estadio, también llamado fase de absceso, los síntomas se agudizan lo que provoca que el pliegue ungueal sobrepase la lámina ungueal, formándose un granuloma con exudado que inicialmente es seroso pero tiende a infectarse provocando exudado purulento y maloliente, por otra parte el paciente presenta dolor al caminar lo que le impide la marcha normal.
Finalmente en los casos más graves se produce onicólisis parcial o completa y puede llegar a infectarse el hueso subyacente, provocando osteomielitis y excepcionalmente sepsis.
La enfermedad si no se trata tiende a cronificarse con periodos cíclicos de mejoría y reagudización.