Ulrich Schnaft

Ya liberado, Schnaft se mudó a Múnich, donde alquiló una habitación en un piso compartido con un joven judío, aunque su situación económica tocaba fondo y sin posibilidad de encontrar trabajo o siquiera poder pagar el alquiler en plena crisis que azotaba las zonas de ocupación aliadas en los años posteriores a la guerra (en aquellos tiempos hubo escasez de alimentos, la infraestructura urbana estaba devastada y millones de alemanas vagaban por las grandes ciudades).

Según su recién publicada biografía, el exsoldado alemán quedó impresionado por las redes de asistencia mutua de las organizaciones y comunidades judías en el mismo país donde hacía unos meses ni se les había permitido vivir, y hasta albergaba cierto sentimiento de rencor hacia las autoridades alemanas por no contar con mecanismos similares.

Según el informe, mientras estaba ebrio, Schnaft les enseñó una foto suya en uniforme de las SS, alegando que se encontraba en Israel bajo identidad falsa.

[4]​ Sin embargo, la solicitud de Schnaft, quien solo poseía un pasaporte israelí (se había deshecho de su documentación original al fingir ser un refugiado judío pocos años antes), fue rechazada, ya que en aquellos años Israel y Alemania Occidental aún no mantenían relaciones diplomáticas (con el Holocausto habiendo ocurrido menos de una década antes).

Quedándose sin dinero, sin visado y sin compañía, Schnaft se percató de un cercano edificio que tenía la bandera egipcia ondeando.

Su idea fue entregar información a cambio de ayuda diplomática para entrar en Alemania.

Impresionado por su historia, el cónsul egipcio —que, a diferencia del alemán, sí le creyó— le pagó un billete de tren a Roma, donde se reunió con el agregado militar de la embajada egipcia.

Tras la entrevista, se decidió trasladarle en avión a El Cairo, donde sería entrevistado por oficiales de inteligencia egipcios.

Sin embargo, no se considera que dicha información tuviera gran impacto a nivel informativo, pues el alemán nunca tuvo acceso a secretos militares dado su rango y profesión militar.

Estando allí, logró localizar a su examante de Israel, que ahora vivía con su marido en Berlín.

Un día se personó en su casa sin avisar, seguro de que ella también querría volver a estar con él.

[6]​ Uno de los agentes, Shmuel Moriya, quien era judío de origen iraquí, «se topó por casualidad» con Schnaft en un evento social, donde le contó durante una conversación que había servido en las Waffen-SS durante la guerra (como otros voluntarios árabes reclutados por los nazis).

Schnaft recogió instintivamente la tarjeta para devolverla, percatando de lo que significaba.

En ese momento Schnaft aceptó la oferta, y en 1956 regresó a Israel con un pasaporte falso.

Schnaft fue llevado a una instalación del Shin Bet en Jaffa, donde confesó todo ya desde el principio.

Esta versión no está verificada aunque conforme el libro de reciente publicación que cuenta la historia de Schnaft, Trust me, I'm lying (en español: Confía en mí, te estoy mintiendo; Amazon, 2019), sí está defendida por algunos historiadores, quienes alegan que Schnaft llegó a identificarse con el Estado de Israel y con los judíos durante su estancia en Chipre y en Israel, y que tanto sus acciones como algunas de sus expresiones se debieron a intereses económicos, y no ideológicos o políticos.