Históricamente los valles de Cantabria han dado lugar a divisiones comarcales con características diferenciadas.
Especialmente han existido dos agrupaciones locales importantes: los llamados Valles Pasiegos, que forman un paisaje con identidad propia y explícita dentro de la comunidad, y los Nueve Valles, que se enfrentaron en su día al Consulado de Burgos para constituir una provincia propia.
Aparecen entonces construcciones defensivas que buscan las cumbres para convertirse en atalayas y poder dominar dos valles a la vez, controlando así diferentes accesos.
[3] Con el desarrollo de la nobleza y sus conflictos, este estamento construyó en la Baja Edad Media un gran número de torres que servían a la vez como pequeñas fortalezas, viviendas y atalayas, pues en un principio se edificaron en lugares altos.
[9] En todos estos casos los valles actuaron como entidades políticas que elevaron sus protestas ante los reyes de Castilla.