Inmediatamente le hizo saber al editor que estaría dispuesto a trabajar solo en el tema por 40 ducados.
Después de haberle advertido repetidamente por escrito u oralmente, en 1823 fue el último compositor en entregar su aportación, que fue un ciclo completo con "33 variaciones".
Diabelli estaba tan entusiasmado con la obra compuesta por Beethoven que inicialmente publicó su ciclo de variaciones por separado en 1823.
La edición fue anunciada por la editorial musical Cappi & Diabelli bajo el título ficticio de Asociación de Artistas Patrióticos de la siguiente manera: “Todos los connotados compositores y virtuosos del fortepiano que ahora viven en el país, cincuenta en total, se han unido para componer una variación sobre un mismo tema que se les presentaba […].
Antes nuestro gran Beethoven [...] había agotado todas las profundidades del genio y del arte sobre un mismo tema en 33 variaciones (publicadas por nosotros), que forman la primera parte de esta obra, en un arreglo magistralmente original.
Sin embargo, Beethoven solo le envió una partitura en julio de 1823, razón por la cual la edición en inglés planificada por T. Boosey & Co.
[6] Las Variaciones Diabelli se crearon en dos etapas: Después de que Beethoven comenzara a componer las primeras variaciones en la primavera de 1819, se interrumpió en el verano para trabajar en sus tres últimas sonatas para piano las op.109, op.110 y op.111, las Bagatelas op.119 y la Missa solemnis.
[7] Como señala la periodista musical alemana Antonia Ronnewinkel, Beethoven esbozó las primeras variaciones en rápida sucesión y llenó los acordes vacíos con melodías... pero gradualmente escogió elementos individuales del vals Diabelli, se dejó llevar por ellos y los llevó al extremo: a veces místico, a veces grotesco.
También parece como si Beethoven estuviera particularmente interesado en los errores y debilidades del tema de Diabelli.
Como la última gran creación pianística de Beethoven, que en ese momento tenía 53 años y una pérdida auditiva avanzada, las Variaciones Diabelli tienen un estatus especial, tanto en sus obras completas como dentro del género.
De ahora en adelante, un ciclo finalmente formó un todo autónomo e inmutable con un desarrollo consistente del tema.”[12] El musicólogo Adolf Bernhard Marx incluso vio las variaciones como una expresión de diferentes “estados mentales” del tema con diferentes caracteres.