Condicionado por su físico menudo y poco agraciado, los papeles que ha interpretado responden en muchas ocasiones a un mismo patrón: personajes de reparto incultos y un tanto folclóricos pero entrañables en todo tipo de comedias.
Repetiría el estereotipo en numerosos espacios de televisión - medio en el que debutó con el espacio musical La Goleta - a lo largo de los 60 y 70, como Estudio 1, El último café (1971) o Pili, secretaria ideal (1975).
En su malograda carrera, pues falleció muy joven, conoció a los mejores actores de cine, tales como Frank Braña, Tony Leblanc, Antonio Garisa y Manolo Gómez Bur.
Su hijo, David Venancio Muro, también se ha dedicado a la interpretación.
Sus restos mortales descansan en el cementerio municipal de Carabanchel, Madrid.