El «mito de víctima» se convirtió en una base esencial en la sociedad austriaca que permitió a grandes oponentes (por ej.
Por casi medio siglo el Estado austriaco negó cualquier tipo de continuidad entre el régimen político que gobernó entre 1938.
El grupo de patinaje artístico Wiener Eisrevue presentó en toda Europa bienaventuranza envuelta en operetas y vals, la Orquesta Mozart de Viena actuaba diligentemente en Florencia, París, Ámsterdam, Bruselas, Londres y Moscú.
Esto pone de manifiesto que "el Anschluss de 1938 fue preparado mediante una amenaza militar del exterior y del interior así que mediante el terror traicionero de una minoría nazi [... y] que le fue impuesto mediante una ocupación militar y bélica al desamparado pueblo austríaco".
[2] Ya en la posguerra la teoría surte efecto de manera que la "desnazificación" - aunque más estricta que en Alemania en los primeros años de la posguerra (Verbotsgesetz 1947), se paró en el contexto de la Guerra Fría y, por consiguiente, no ha sido llevado a cabo suficientemente.
Los miembros del gobierno (que todos, a su vez, fueron perseguidos por el nazismo) utilizaban esta concepción historiográfica para defenderse contra exigencias de la URSS y para rechazar toda culpa.
Tras hacerse público el papel de Kurt Waldheim en el nazismo, en 1991 el entonces canciller Franz Vranitzky como primer representante oficial de Austria confesó los crímenes cometidos por los austríacos en la época nazi y pidió disculpas.