Su contenido y estructura es más o menos el siguiente, según Martín de Riquer: Junto a las vidas, que solían pronunciarse de forma oral antes de los recitales del juglar, también aparecen otros textos en prosa que preceden a los poemas, llamados razós, cuyo propósito es completar de algún modo la información ofrecida en ellas, pues cada una de ellas intenta precisar los motivos o circunstancias que ovieron a un trovador a escribir esa determinada poesía, aclarar los hechos históricos en ella aludidos e identificar a los personajes que se citan o a los que se hace referencia.
Los autores suelen ser anónimos; pueden ser juglares (por ejemplo, Uc de Sant Circ), pero también pueden pertenecer a otros ámbitos (el notario Miquel de la Tor) y pueden ofrecer su nombre o indicar que han sido testigos de los hechos o tenido alguna participación menor en los mismos.
A veces resulta controvertido establecer hasta qué punto las Vidas se fundan en fuentes independientes; no hay duda de que algunas afirmaciones se deducen a partir de lecturas literales de detalles de las poesías mismas y sus razós, pero algunos autores deslizan en vez en cuando alguna alusión a fuentes externas, casi siempre orales ("me contó", "oí decir", "como habéis oído").
Los errores suelen ser imprecisiones genealógicas del estilo de que se llama hija a quien en realidad es una nieta, anécdotas legendarias, etcétera.
"[2] Como utilizan una prosa "clarísima, rectilínea, sin adornos retóricos ni exhibicioniso literario, con los adverbios y adjetivos precisos e imprescindibles, aunque repetidos hasta la saciedad, y con constantes reiteraciones del sujeto para obviar la más remota posibilidad de malentendidos; la prosa de vidas y razós es uniforme, como si todas las hubiese escrito la misma pluma",[2] salvo puntuales excepciones.