Leonardo ha sido considerado como el arquetipo del hombre del Renacimiento, descrito por su biógrafo Giorgio Vasari como poseedor de cualidades que «trascienden la naturaleza» y «ser maravillosamente dotado de belleza, gracia y talento en abundancia».
Giorgio Vasari dice del joven "Hubiera sido muy competente en sus primeras lecciones si no hubieran sido tan volátiles y flexibles, para él tenía siempre el mismo valor aprender una multitud de cosas, la mayoría de las cuales fueron rápidamente abandonadas.
Leonardo fue aceptado para el aprendizaje y "pronto demostró ser un geómetra de primera clase".
Entre sus primeras pinturas importantes se cita su participación en el Bautismo de Cristo de Verrocchio que, según la leyenda, el maestro habría dejado inacabado al advertir la superioridad del alumno, y una Anunciación en los Uffizi, que quizá pintase en colaboración con Domenico Ghirlandaio y es probablemente su obra más temprana.
[4] Los primeros conocedores italianos estaban divididos en cuanto a si Leonardo también dibujó con su mano derecha; más recientemente, los historiadores de arte angloamericanos han admitido en su mayor parte las sugerencias de que Leonardo haya sido ambidiestro.
[17] La obra de Freud y otros intentos más recientes para psicoanalizar a Leonardo, se discuten al fin del libro de Bradley Collins Leonardo, el psicoanálisis y la historia del arte.
[18] El adulto Leonardo tenía pocas relaciones cercanas con mujeres y nunca se casó.
Sus numerosos dibujos anatómicos incluyen sólo dos obras detalladas sobre los órganos reproductores femeninos, una de ellas extrañamente distorsionada.
[19] Para Kenneth Clark, sin embargo, fue Leonardo el primer artista del Renacimiento que «representó a una mujer desnuda como símbolo de la vida creadora y generadora».
Puesto que a Leonardo no le interesaban la mitología ni las elucubraciones neoplatónicas y no se sentía atraído sexualmente por las mujeres, lo que motivó sus dibujos fue, en opinión de Clark, la «curiosidad por la naturaleza misteriosa de la generación».
Otras relaciones con un hombre desconocido llamado Fioravante di Domenico y un halconero joven, Bernardo di Simone, se sugieren en la biografía de Michael White, pero las relaciones con el Salai y Melzi fueron las de mayor duración.
En un año había comprado veinticuatro pares de zapatos y nada le gustaba tanto como vagabundear por las calles.
Sus propias explicaciones permiten comprender el significado del dibujo y su esfuerzo por aclarar sus reacciones con arreglo a su desaprobación, repetidamente expresada, de «todo placer lascivo».