Cuando comenzó la Revolución húngara de 1848, él y su hermano (también llamado András) dejaron la escuela para unirse a la lucha.
Su primera pintura histórica, Kuruc y Labanc (que representa a hermanos luchando en bandos opuestos), fue muy bien recibida.
En 1856 se trasladó a París, donde estudió en los estudios de Léon Cogniet y en la École des Beaux Arts.
Regresó a Hungría en 1870, pero su estilo fue duramente criticado por ser demasiado francés y el fervor revolucionario había disminuido considerablemente.
Al año siguiente, intentó reiniciar su carrera artística pintando retratos, pero no estaban a la altura de sus estándares anteriores.