Hombre mundano para quién la literatura sólo era un pasatiempo, no quiso que sus obras se publicaran en vida.
Se le consideraba muy diestro en géneros poéticos menores como la epístola.
Su poesía es rebuscada, manierista y galante.
Hizo que los habituales del Hôtel de Rambouillet aprendieran un lenguaje refinado y modos refinados.
En 1634, formó parte de la primera Academia Francesa.