Muestra, como en otras representaciones de la Piedad, a María con Jesús ya difunto, en su regazo.
El rostro de María corresponde al de una mujer madura y bella que mira con tristeza a su hijo, que tiene la cabeza caída hacia atrás.
La cubre un manto policromado y en su cabeza figura una corona.
Es una advocación enormemente venerada en la villa, de la cual es su patrona, a la que se le atribuyen poderes milagrosos y taumatúrgicos desde muy antiguo y a la que se rogaba en época de sequía, plagas y otras calamidades, existiendo variada documentación al respecto.
Su ermita se encuentra a las afueras de la villa.