En esta zona se encontraba el altar y la pintura de una Inmaculada Concepción, realizada por el prebendado Antonio Fernández de Castro (1659-1739) a petición de Rodrigo Rubio, un vecino que vivía frente al altar, quien todas las noches encendía sus dieciocho faroles; en la actualidad son once.
En noviembre de 1927 la obra sufrió un terrible incendio que la destruyó completamente.
[1][2] El entonces alcalde Rafael Cruz Conde pidió al artista Julio Romero de Torres que realizara una nueva obra para ubicarla en el primitivo altar.
Como modelo para la Virgen eligió a la hispano-mexicana Carmen Gabucio Sánchez Mármol, que también participó en otras de sus obras.
[1][2] El cuadro original se retiró en 1936 para evitar un nuevo incendio y en su lugar se ubicó una copia de la pintura realizada por el hijo del pintor, Rafael Romero Pellicer.