El tamaño pequeño hace que esta obra fuera apropiada para la devoción privada, y no para ser expuesta en una iglesia.
La figura central se encuentra en el césped, sentada frente a un banco, y viste de color azul brillante; las sutiles veladuras al óleo logran que la claridad del manto no precise pintura blanca al transparentarse el fondo blanco.
En el primer plano están sentados cuatro ángeles músicos: tocan arpas, laúd y un órgano portátil.
Las alas del ángel que toca el laúd se recuerdan a las plumas del pavo real, símbolo entre otros de renacimiento espiritual y la resurrección de Cristo.
Con piedras preciosas está decorada la corona, que es signo de realeza, y brilla a través del halo.
En cambio, la expresión plástica del espacio y el realismo en los detalles es una innovación de la época.