El derecho de visita pertenece a todos los prelados que tienen jurisdicción ordinaria sobre las personas en el fuero externo.
La visita canónica de una diócesis incumbe al obispo personalmente a menos que esté legalmente impedida.
Según el Concilio de Trento, debe hacerlo cada año si es posible, o al menos cada dos años.
Como delegado de la Sede Apostólica, el obispo puede visitar también los lugares exentos, pero solamente puede castigar en ellos a los delincuentes cuando el superior regular, debidamente notificado, no lo haga.
Las dificultades más allá de su poder para resolver se informan al obispo o a otro superior legítimo.
Se deben hacer cumplir las leyes dictadas, y debe conservarse una relación auténtica de toda la visita en los archivos diocesanos como registro oficial, así como permitir que el obispo en su visit ad limina rinda a la Santa Sede un informe exacto de las condiciones en su diócesis.
Siendo las vestiduras blancas sustituidas por las negras, el obispo examina el tabernáculo y su contenido (bendiciendo al pueblo con el copón), altares, pila bautismal, óleos sagrados, confesionarios, reliquias, sacristía, registros, cementerio, edificios, etc. como arriba.
Finalmente, el Pontificio contiene otras oraciones para ser dichas en privado antes de la partida del obispo y sus asistentes.
En 2000, la Santa Sede ordenó una visita apostólica a la red de medios EWTN, dirigida por la monja franciscana Madre Angélica.
[10] El arzobispo George Lucas de Omaha,Estados Unidos, le pidió al profesor Rev.