Lo prendió en Roma Fabiano,[1] prefecto de la ciudad, quien lo condenó a morir lanzado al mar atado con grandes pesas.
Rescatado su cuerpo por los cristianos fue sepultado en las catacumbas de San Sebastián.
En 1606 sus reliquias fueron traídas a España por el jesuita Hernando de la Bastida con autorización del papa Paulo V.
[2] En los primeros documentos históricos estudiados, referidos a la solicitud y autorización para su proclamación como santo patrón de la entonces villa de Arévalo, el nombre utilizado es "Santo Bitorino".
Posteriormente, y sobre todo a partir de finales del siglo XIX, el nombre que se utiliza es ya con "V" y se intercala una "c" quedando el nombre como Victorino.