[1] Los célticos también se extendieron por las amplias comarcas de la costa atlántica portuguesa, por el interior alentejano y por la serranía onubense.
Su posterior estudio daría lugar a la primera campaña de sondeos en el mismo lugar donde apareció, lo que permitió el sorprendente descubrimiento de un poblado totalmente desconocido hasta la fecha.
Paralelamente, sería clave que todos los restos se encontraban en su totalidad cubiertos, por ello, expertos realizaron sucesivas intervenciones arqueológicas, dando lugar a nuevos hallazgos.
A finales de los años 1980, aparece un santuario y en sus proximidades la trama urbana del poblado.
Posteriormente, se excavarían casas, callejones, zona de talleres y de despensa, donde aparecieron interesantes vestigios fechados entre el 150 y 80 a. C. que muestra la ocupación más espléndida que tuvo el poblado.
Es complicado aportar fechas precisas, pero los materiales hallados y su buena conservación, junto con los escritos dejados por escritores clásicos acerca de la conquista romana hacen posible que a nivel cronológico nos ajustemos a las fechas.
Gracias a diferentes estudios georradares podemos conocer como fue la trama urbana del poblado.
Apareció incrustada en el dintel de entrada a una zahurda situada sobre el poblado, fue hallada por Aurelio Salguero Martín en 1984.
En la parte superior se sitúa un epígrafe tartésico, cuya cronología ronda entre los siglos VII y V a. C. Esta estela de guerrero es bastante singular ya que cuenta con dos momentos históricos totalmente diferentes.
Está compuesto por una mesa realizada en piedra caliza situada en el centro de una estancia con forma rectangular, abierto en el lateral que da hacia la calle principal.
Asociadas a estas cuatro vasijas, se documentaron diferentes ánforas romanas de tipología republicanas, diferentes lucernas de canal con decoraciones radiales, vasijas foráneas, vasos de pastas blancas o amarillentas, vasos globulares, cuencos semicerrados, numerosos platos o páteras y monedas como denarios y ases republicanos.
Las excavaciones arqueológicas mostraron que una gran hoguera había ocupado la superficie donde fueron halladas estas piezas y que habrían sido quemadas con esencias o con líquidos oleaginosos tras un ritual.
Cada zahúrda está delimitada por un corralón también elaborado con muros realizados en mampostería de piedra.
Este molino harinero de rodezno queda emplazado en el meandro que forman de manera natural la unión del río Álamo con el río Sillo, a escasos metros del yacimiento arqueológico.
Por otro lado, queda ubicado al comienzo del recorrido hacia el yacimiento arqueológico.
la entrada es totalmente gratuita, el visitante tendrá acceso al centro de interpretación, donde se le informará y explicará todos los contenidos acerca del yacimiento arqueológico.
Se le entregará un folleto con un gráfico y hará el recorrido de forma libre.
El visitante tendrá acceso al centro de interpretación, donde se le informará y explicará todos los contenidos acerca del yacimiento arqueológico y hará el recorrido acompañado por un técnico especializado.