Dichos enterramientos, que no proporcionaron ningún resto humano, corresponden al núcleo primitivo de la necrópolis que debemos datar entre el siglo IX y primera mitad del siglo XI.
Como en otros cementerios coetáneos, se aprecia una tendencia favorable a disponer las sepulturas infantiles en las proximidades del edificio religioso, aunque en este caso no parece haber sido una opción excluyente.
Las tumbas, que fueron selladas con cubiertas preferentemente monolíticas, se orientan, salvo alguna excepción, invariablemente, en dirección a poniente.
Supuestamente "Al son de la trompeta del último día, los difuntos serán llamados ante el tribunal divino que se manifestará en todo su esplendor desde oriente".
Para acceder a ésta se conserva en la roca una escalinata de ocho escalones.