A menudo tiene la forma de una vara larga, rematada en una pequeña mano con el dedo índice apuntando hacia ella.
Más allá de su uso práctico para señalar letras, el yad asegura que el pergamino no se toque durante la lectura.
Hay varias razones para esto: manipular el pergamino lo vuelve a uno ritualmente impuro y el pergamino, a menudo frágil, se daña fácilmente.
Además, el pergamino de vitela no absorbe la tinta, por lo que tocar el pergamino con los dedos dañará las letras.
Un yad puede estar hecho de cualquier cantidad de materiales, aunque la plata es común, especialmente utilizada para rematarlo.