Avergonzada por su embarazo, Evadne expuso al niño a los elementos.
Yamo sobrevivió, ya que dos serpientes lo alimentaron con miel.
Entonces fue encontrado vivo yaciendo entre violetas, y fue llamado Yamo por Evadne.
Cuando creció, se sumergió en las aguas del Alfeo e invocó a Poseidón, su abuelo, y a Apolo, su padre, pidiéndoles que le revelaran su destino.
Apolo le mandó ir a Olimpia.