El escritor o la escritora se convierten, así, en un(a) asalariado(a) de un capitalista.» En su acto de acusación, Lasker-Schüler afrontó, específicamente, a Paul Cassirer, importantísimo editor, Alfred Fleichtheim, editor y comerciante de arte, y Kurt Wolff, otro editor.
En sus encuentros, antes de la acusación, ella los visitaba en sus lujosas oficinas o se daban cita en el «Café Romain» en Berlín.
En su indigencia buscaba, para dormir, un lugar en obscuros subterráneos, con el fin de no morir por congelación.
Pero logró sobreponerse, al pensar que su desaparición voluntaria daría a sus editores, únicamente, la posibilidad de hacerse publicidad.
Mi acusación contra mis editores), publicado en 1925, por Lago, Zürich, Suiza.