Se trata de una intervención simbólica que refleja la violencia contra las mujeres "mientras ésta exista, la obra continuara creciendo y reuniendo zapatos".
[3] La primera vez que Chauvet presentó la instalación lo hizo en honor a su hermana, una víctima de feminicidio.
[8] Eventualmente, Chauvet optó por buscar espacios expositivos, físicos y virtuales, fuera de las instituciones culturales: Los museos se volvieron insuficientes, no me daban el público que deseaba.
[5]La exposición se ha replicado en México, Italia, Argentina, Chile, Ecuador, España y Reino Unido.
Al observar que la obra se ha convertido en un símbolo de reflexión ante la violencia, Chauvet considera que las instalaciones se prolongarán en los países interesados: Mientras la violencia hacia las mujeres no sea un tema urgente en los espacios legislativos.
Según Elina Chauvet, esta última instalación visibilizó el problema persistente de los feminicidios en México: Son 30 años; lo peor es que el problema se ha extendido a todo el país, y esto se debe a la impunidad.
[10] El catálogo de la obra está disponible en línea y se obtiene solicitándolo con la artista.
Este proyecto organizado por la curadora e investigadora Claudia Pecoraro y la artista Laura Mega reúne artistas internacionales que han trabajado durante el confinamiento por COVID-19 y proyecta las obras sobre fachadas en 17 ciudades alrededor del mundo.