¡Háganme callar!

En esta obra autobiográfica la autora recuerda con dolor su niñez privilegiada y plantea a una crítica ácida y sin matices a los "conversos" (José Joaquín Brunner; Enrique Correa; Jaime Estévez; Fernando Flores; Óscar Guillermo Garretón; Eugenio Tironi; Max Marambio, y Marcelo Schilling), un grupo de jóvenes soñadores ideologizados que se despojaron de sus ideas revolucionarias de los 60 para abrazar al neoliberalismo actual.

El prólogo continúa su desarrollo con las primeras palabras y con un borrador que entusiasmo a sus editores en donde se explica porque el término “conversos” fue elegido por sobre otros calificativos.

En ese mismo párrafo añade información adicional: “con el tiempo, esta definición acogió también a los que abandonan una creencia por otra fe a la que eran adictos, refugiándose bajo el manto de poder...” Finaliza mencionando quiénes serán los conversos.

Después de este suceso la autora narra el diálogo que tuvo con José Joaquín Brunner y más tarde se pregunta si esta utopía se va a realizar y si la oposición escapando al extranjero no indicará sin dudas el golpe por venir.

El triunfo de Salvador Allende le traía alegría y optimismo, pero también dudas e intranquilidad.

Continúa relatando las cosas inusuales que ocurrían en Chile como el asesinato del exvicepresidente de partido democratacristiano Edmundo Pérez-Zújovic.

Se menciona que los pobladores no tenían transporte, Finalmente anunciaron la muerte del presidente Allende marcando para siempre la traición de Augusto Pinochet.

Más adelante, comienza a señalar el momento en el cual la gente era capturada con suma violencia para ser interrogados y cuenta cómo fue detenida su madre por parte de la DINA a consecuencia de encontrar una libreta que contenía nombres y sus oficios.

Al final del capítulo menciona a diferentes personas y sus situaciones en relación con el exilio de Chile, unos que los tuvieron detenidos y otros que volvieron clandestinamente al país.

En este capítulo la autora habla sobre cómo fue todo después del Golpe de Estado, La Moneda estaba aún semi-quemada y hubo muchos cambios en Santiago, ella los notó cuando volvió de Venezuela, la ciudad estaba totalmente blanca y cambiada, pero todo eso era para el gusto de Pinochet y su esposa.

Cuando llegó el 11 de septiembre y la autora decidió hacer un acto humorístico ya que la palabra “libertad” era un término vetado para la dictadura.

Luego menciona a Enrique Correa, dice que fue el Coordinador General del Comando NO, sin embargo, igualmente cometió errores como no revisar las poco transparentes privatizaciones que se hicieron en el régimen de Pinochet.

Posteriormente señala que Oscar Guillermo Garretón estuvo involucrado en la “guerra del azúcar” con la privatización de IANSA.

Luego menciona a Fernando Flores, del cual destaca sus negocios en Chile, firmando contrato con CODELCO, BCI y SODIMAC.

Finamente termina con Max Marambio, quién junto con Carlos Cardoen inauguran Río Zaza (planta de jugos), este negocio inmobiliario afianzó su poder económico.