En Buenos Aires y en las provincias del norte de Argentina también se le conoce como gofio por influencia canaria.
[2] A la Argentina llegó como influencia mapuche primero y luego por los jornaleros chilenos, para quienes era alimento de manutención.
Hacia 1883, Colo Michicó, Los Maitenes y Huaraco, en el actual departamento de Minas, Neuquén, se convirtieron en zonas de explotación aurífera y esto atrajo a trabajadores chilenos.
"Dentro del contrato con los peones, el patrón se comprometía a proveer diariamente a cada peón de su ración de ñaco, el trigo tostado y molido que muchas veces era la única comida que disfrutaban...", dice el historiador neuquino Isidro Belver en Malal Meulen ("Querencia del Viento").
En 2006 surgió un grupo de trabajo que se denominó Red SALPA (“Soberanía Alimentaria Patagónica”).
En su obra Compendio de la Historia Geográfica, Natural y Civil del Reino de Chile (1776), el abate Molina describió su uso por los mapuches y su fabricación: primero se tuesta en una callana (tostador plano).
El trigo tostado, colocado sobre la piedra, se muele con la muela o mano (ñumkudi), sujetada por sus dos extremos, y gracias al roce entre las dos piedras se tritura el trigo tostado.
El ulpo, palabra de origen mapudungun[8] o quechua[9] que desplazó al término murqueco, es preparado con agua caliente o leche y azúcar y ha sido hasta hace poco la base de la alimentación infantil, particularmente en las zonas rurales.