En esta capilla estuvieron sepultados algunos reyes asturianos y fue el primer panteón de la monarquía española.
Las obras se interrumpieron por problemas económicos y fueron reiniciadas en 1587 por el arquitecto trasmerano Juan del Ribero Rada quien le dio su definitivo carácter clasicista.
Este instituto ha tenido un edificio hospitalario para tratar, entre otras enfermedades respiratorias, la silicosis tan frecuente en los mineros.
Dispone también de un gran parque con todos los elementos para que niños y mayores se encuentren cómodamente.
Su ubicación es perfecta para ser visitada por los peatones ya que está en una capillita lateral separada del exterior por una reja y una mampara de vidrio.
Está coronada por diez estrellas, su cara refleja una cierta tristeza con fondo de esperanza y tiene un broche que recoge el velo, cerca del corazón.
En la imagen de la izquierda se puede ver a un peregrino haciendo un alto en el camino y aprovechando para reponer fuerzas.
La ermita tiene abiertas las puertas pero está protegida por una reja de tal forma que los visitantes, peregrinos, romeros, etc. pueden ver directamente a la Virgen durante todo el día.