Agrociudad

Agrociudad es un concepto de la geografía humana, con dimensiones sociológicas y antropológicas, que se aplica a los núcleos de población cuyo número de habitantes supera ampliamente no sólo el máximo que convencionalmente se estima para los pueblos (2.000 en España), sino el mínimo que permite la consideración de una ciudad (10.000 en España); pero cuyas funciones[1]​ no presentan la diversificación necesaria, concentrándose en el sector primario.

También hay algún uso del término para otros lugares, particularmente el noroeste de México.

Entre las agrociudades españolas se citan Carmona, Utrera, Osuna, Constantina, Morón, Lebrija, Marchena, Lora del Río, Puente Genil,[7]​ Andújar, Cabra, Baena, Pozoblanco, Úbeda, Baeza, El Ejido —cuyo reciente crecimiento la ha llevado a una cifra de más de ochenta mil habitantes—, etc. Un caso considerado paradigmático es Écija, basada en la continuidad histórica de una estructura de propiedad agraria heredada de la Repoblación en la Reconquista (siglo XIII), que refleja bien el Catastro de Ensenada (1759) y que la Desamortización del siglo XIX no revierte, sino que intensifica; la crisis de los años 1970 produjo una notable disminución de su población, desde los 50.000 hasta los 30.000 habitantes.

[8]​ Lucena se pone como caso de evolución de agrociudad a ciudad media, con un reciente desarrollo industrial y constructivo.

Se citan como agrociudades murcianas los casos de Jumilla, Yecla, Cieza, Calasparra, etc. (a veces se utiliza el término, de un modo poco estricto, para referirse a ciudades multifuncionales, de mucha mayor población, como Murcia y Lorca).