Alrededor de Ribas se estableció un equipo de redacción no jerarquizado que incluía a Toni Puig, Fernando Mir (Ribas, Puig y Mir son, en realidad, el núcleo duro de Ajoblanco), Luis Racionero, María José Ragué, Quim Monzó, Santiago Soler Amigó, Juanjo Fernández, Jordi Alemany, Ramón Barnils (director ante las autoridades de la revista), Ana Castellar, Albert Abril, Maria Dolls, Nuria Amat, Karmele Marchante, Francesc Boldú o Alberto Cardín.
Ribas, que pasó cuatro años en Madrid y dos más en Londres, regresó a Barcelona en 1986 con la idea de reflotar Ajoblanco.
Para ello contactó con Fernando Mir del primer Ajoblanco, la historiadora Mercedes Vilanova y el fotógrafo y escritor Jordi Esteva que empezaron a trabajar para que la revista volviera a los kioscos en octubre de 1987.
Con la intención de impulsar la convivencia mediante la crítica, la polémica, el humor, la aventura, la apertura al mundo exterior, porque el mundo no se acaba en el ombligo y una apuesta en contra del secuestro de la democracia.
Así, en 1996, y sin abandonar su equipaje libertario, Ajoblanco alcanza un acuerdo de gestión con Unidad Editorial (la empresa editora del también crítico con el PSOE, pero desde un planteamiento conservador, El Mundo).
La revista asume un relevo generacional capitaneado por Oscar Fontrodona, Antonio Baños, Irina Miranda, Álvaro Colomer, Gaby Martínez, Gorka Duo, Juan Antonio Álvarez, Leila Méndez, Carlos Trías, Mario Campaña, entre otros colaboradores.
La web de la revista, sin embargo, nunca llega a ofrecer contenidos inéditos.
Además en esa oportunidad se publicaron dos números de una revista basada en el cómic llamada "El Ajo", con colaboraciones de Miguel Brieva, Rep, Javier Esteban, Fritz, Toni Puig, Ruth Toledano, Lola Sánchez, Mertxe González, Aurora Arenas, David Solá, Juan Antonio Álvarez y Pepe Ribas, entre otros.
José Ribas, Fernando Mir y la periodista chilena afincada en Madrid, Carolina Espinoza, crean la Asociación Cultural Ajoblanco en junio de 2016.