Su grupo de confianza estaba integrado por Héctor Bernardo, Adolfo Silenzi de Stagni, Federico Ibarguren y Ramón Doll.
[2] Es en ese puesto donde tomó una extraña y extrema decisión: ordenó quitar de la Casa de Gobierno local el cuadro de Bernardino Rivadavia, personaje histórico que lo irritaba en demasía.
Acto seguido trasladó dicho cuadro a la plaza central y lo hizo fusilar por un pelotón policial.
Su gestión continuó la línea nacionalista elitista de Martínez Zubiría, pero más orientada al hispanismo y al nacionalismo económico.
Durante la Revolución del 43 adhirió al peronismo.