En la actualidad existe un Grupo de Investigación Carlos A. Sacheri,[20] que ha publicado el libro La primera guerra del Siglo XX argentino.
[21] Los presidentes de Argentina José Félix Uriburu,[22]Pedro Pablo Ramírez, Juan Carlos Onganía y algunos otros estuvieron vinculados con el nacionalismo católico,[cita requerida] en cambio, otros presidentes de facto, como Pedro Eugenio Aramburu y Jorge Rafael Videla estuvieron enfrentados a los grupos militares identificados como nacionalistas católicos.
[23] Su principal medio[cita requerida] de difusión es la Revista Cabildo, actualmente dirigida por Antonio Caponnetto,[24] con una marcada línea editorial xenófoba y antisemita.
[cita requerida] Intelectuales importantes del nacionalismo católico en Chile han sido el padre Osvaldo Lira y Juan Antonio Widow.
El nacionalismo y el catolicismo eran partes importantes de la doctrina política del presidente Rafael Ángel Calderón Guardia en los años 40.
Sergio Villena Fiengo: El componente católico se ha sumado al “nacionalismo étnico metafísico” (Jiménez, 2002), según el cual la identidad nacional tiene como “esencia” a la raza blanca, la meseta central, la democracia rural, la sencillez y humildad de los campesinos pobres y el apego a los valores de la paz.
[31] Desde 1844, el Diario de la Mañana, fiel a los ideales hispánicos, tenía por principios «Dios, Patria, Hogar».
En España es denominado nacionalcatolicismo, en gran medida vinculado a la Francisco Franco, cuyo régimen autoritario fue caracterizado por el nacionalismo español, el anticomunismo y el catolicismo.
El nacionalismo católico en México ha sido representado por agrupaciones políticas y partidos de derecha y centroderecha como el Partido Católico Nacional, La Unión Nacional Sinarquista que tiene entre sus múltiples inspiraciones a los movimientos fascistas europeos del periodo de entreguerras, en especial a la FE de las JONS y el Partido Demócrata Mexicano, en la actualidad tiene como máximo exponente el sector más doctrinario del Partido Acción Nacional, partido fundado en la década de 1930, franquista en sus orígenes,[33] con un fuerte componente de integrismo católico, que durante décadas luchó por vencer las candidaturas del PRI, obteniendo la victoria en las elecciones presidenciales del año 2000 cuando se vino abajo el sistema priísta.
Entonces, debido a ese enfoque de preocuparse más por la acción política que por la coherencia filosófica, los nacionalistas católicos argentinos habrían caído en heterodoxias, como combinar sus ideas con las del fascismo clerical, el nacionalismo de Charles Maurras y otras ideologías condenadas por la iglesia, bajo la excusa de que eran aliados contra el liberalismo hegemónico y la amenaza socialista (también ideologías condenadas por la iglesia).
[36] También se ha criticado al nacionalcatolicismo franquista de haber recibido malas influencias del irracionalismo político prusianista (para justificar una visión idealista del Caudillo como un ser carismático predestinado a la gloria de la salvación política) debido a los intercambios intelectuales entre falangistas con la intelectualidad alemana (sobre todo nacionalsocialistas con el Führerprinzip y seguidores de la revolución conservadora con el Monarchisches Prinzip).
Que el magisterio de la Iglesia condenaría en las encíclicas Diuturnum illud y Mit brennender Sorge, así como por escolásticos católicos como Francisco Suárez en la Defensio fidei.
Esto haría que se este cayendo accidentalmente en un menosprecio a la dignidad humana, en la negación de la libertad teológica, en rechazar el juego libre de la criatura racional como causa segunda del orden universal, y tener una religión secularizada que explicaría los conflictos entre Iglesia-Estado durante el franquismo por dos modos diferentes de ver al Estado confesional (regalismo vs tradicionalismo católico).
[38] Además, en la encíclica Caritate Christi compulsi,[39] llegó a advertir contra los peligros del nacionalismo ideológico (aunque tratando de encaminar las nociones más superficiales y "justas" del concepto a caminos "adecuados" y más cercanos con la moral natural católica), enseñando que enturbia las relaciones políticas, en tanto que se presenta como un absoluto sin respeto por las tradiciones locales, así como buscar un modelo estatista que presenta profundo desconocimiento de leyes trascendentales.
[41] Esto en gran parte se debió porque su fundador y teórico principal, Charles Maurras, era un agnóstico, de tendencias positivistas (cuyas obras se incluyeron en el Index Librorum Prohibitorum), que afirmaba que su abierto apoyo al catolicismo era más por motivos prácticos y utilitarios, en tanto que enseñaba que el catolicismo solo debía concebirse como un medio para unificar a la nación francesa (como factor de cohesión y estabilidad social y elemento vital de la tradición francesa), no como un fin en sí mismo; de hecho Maurras declaró en voz alta que si la sumisión a la autoridad romana debe ser total en el plano espiritual, o si la iglesia interviene en el campo político de «manera cuestionable», entonces la resistencia se tenía que dar.
Especialmente entre algunos pueblos hasta entonces considerados coloniales, el proceso de maduración orgánica hacia la autonomía política, que Europa debería haber guiado con astucia y cuidado, se transformó rápidamente en explosiones nacionalistas, ávidas de poder.
Es natural que comunidades recientemente llegadas a su independencia política sean celosas de una unidad nacional aún frágil y se esfuercen por protegerla.
Pero estos legítimos sentimientos deben ser sublimados por la caridad universal, que engloba a todos los miembros de la familia humana.
También, durante el pontificado de Juan Pablo II, en las encíclicas Centesimus annus,[51] Redemptor Hominis[52] y Redemptoris missio,[53] enseñó que la Iglesia considera que los «nacionalismos exagerados» son incompatibles con el amor social que emana la doctrina católica, sobre todo en sus formas que buscan egoístamente la dominación a las demás culturas y su explotación del otro, o los que exaltan la raza como si fuera lo único determinante, estando en la misma línea esa condena al «nacionalismo exagerado» con Pablo VI y sus condena al nacionalismo (y al racismo) como ideología política, siendo básicamente sinónimos para evitar controversias con entendimientos coloquiales y falsos del nacionalismo.
Por lo tanto, aunque la nación en este sentido clásico también sea una realidad natural, no se confunde formalmente con la comunidad política.
Entonces, el tradicionalismo católico diría que la nación es agrupación por afinidad (idioma, costumbres, etc) y no por finalidad (como el Estado o sociedad política, que tienen por fin el bien común), siendo así que toda sociedad política tiene como fin el bien común político, pero no toda sociedad política (a lo largo de la historia) ha sido determinada y delimitada por las comunidades con afinidad cultural (o naciones), aquello sería no solo contrario a la tradición política de las sociedades (donde es algo totalmente realista que varias naciones coexistan en una misma sociedad política, o que una nación este diseminada entre varios estados), si no que también sería algo anti-natural e inorgánico para el desarrollo histórico de los pueblos y su relación con los estados, lo cual a la postre también genera inestabilidad (como la disolución del Imperio austrohúngaro o el Imperio español, ambos gobiernos católicos legítimos que entrarían en la anarquía por culpa de los nacionalismos).
Soberanía y protestantismo político tenían en común esa laicización del poder y exigían virtualmente un nuevo fundamento de cohesión social que sustituyese a las clásicas virtudes políticas, arraigadas en el orden de la finalidad.
De niño, en el catecismo, cuando se nos explicó que el catolicismo era la única vía admisible hacia Dios me quedé sorprendido.