Julio Meinvielle

Estudió en el Pontificio Seminario Conciliar de Villa Devoto en los años veinte, siendo condiscípulo de otros sacerdotes que luego se destacarían, como Leonardo Castellani, Juan Ramón Sepich Lange, Monseñor Octavio Derisi, y Monseñor Enrique Lavagnino.

La convivencia entre estas dos figuras del pensamiento nacionalista fue muy difícil, ya que Mahieu hacía público su apoyo al peronismo, y Meinvielle lo consideraba comunista por el contenido de sus libros El Estado comunitario y La economía comunitaria.

Por otro lado, Mahieu había logrado incluir como dogma para Tacuara el concepto de tercera posición, común por esa época a distintos movimientos nacionalistas en distintas partes del mundo, pero que en la Argentina había sido desarrollado por el peronismo.

Para Meinvielle era deber del cristiano reaccionar y trascender del espectro político (con ello, considerándose pactar con males menores, como el bloque occidental, sin por ello ser parte de un mismo conjunto político, en tanto que el liberalismo estaba condenado por la doctrina católica, siendo imposible y castigado el hacer sincretismo entre ambas doctrinas), no mantenerse neutral, sobre todo ante situaciones de emergencia no solo nacional, si no global, de la crisis modernista.

Así, consideraba inmoral, desde la ética católica y su concepción política, la tercera posición, puesto que, en el orden internacional, se estaba permitiendo que se beneficiaran ideologías anticristianas, pues al tener estás ideologías un carácter universalista, es inevitable asumir un bando, por lo que, la neutralidad favorece a alguno de ellos y aquello sería un «egoísmo nacional», en línea con las condenas de la Iglesia al nacionalismo católico.

Interpretaba la historia humana como un proceso de declive y decadencia de los valores católicos, que vendría determinado por tres eventos catastróficos para la Iglesia: En asuntos de política concreta, combinaba su perspectiva católica integrista con el nacionalismo y postulaba la unidad entre la nación, la Iglesia católica y las fuerzas armadas, como protagonistas de una cruzada contra importantes fuerzas que buscaban su debilitamiento: el protestantismo, la masonería, el liberalismo y el socialismo.

Esas son las ideas que más se repiten en su abundante labor periodística y en sus libros.

En 1936, cuando visitó Argentina por primera vez el filósofo católico francés Jacques Maritain (1882-1973) ―y fue bien recibido por una parte de la jerarquía eclesiástica― Meinvielle lo criticó fuertemente.

[cita requerida] Al igual que Rodolfo Irazusta fue un furibundo crítico de la usura, de la que culpó "a los judíos", citando como inspirador al economista Werner Sombart, perteneciente a la escuela histórica alemana.

Al hablar de la cuestión judía, Meinvielle lo hizo desde la teología y la tradición católica: Y citando al papa Inocencio III (1161-1216): Fuerte opositor al nazismo, lo criticó desde el catolicismo integral en su obra "El nazismo y la Iglesia católica" en la cual detalla las persecuciones que el III Reich infligió a la Iglesia.

Expuso estas tesis en su obra El judío en el misterio de la Historia (1936), y dio a su pensamiento una dimensión argentina, al considerar a Buenos Aires, una Babilonia moderna, dominada por el lobby judío de las finanzas: Cuando comenzaron a difundirse en Argentina doctrinas anarquistas procedentes de Italia y España, colaborará con la Liga Social Argentina, grupo de tendencias fascistas, cuyo objetivo era luchar contra el modernismo y las tendencias que consideraban subversivas.

En este grupo tenían activa participación Alejandro Bunge, Atilio Dell'Oro Maini y Miguel de Andrea cuyos enemigos definidos por sus órganos de prensa La Unión eran los judíos, los liberales y los masones.