Cuando tenía diez años fue enviado a Madrid, España, para continuar su educación en el Real Colegio de Humanidades.
Al regresar a México en 1837 siguió la carrera de Derecho en el Seminario Conciliar.
Fue políglota, tenía conocimientos de hebreo, griego, latín, italiano, inglés, francés, alemán y español.
A su regreso en 1868, abandonó su participación en cargos públicos, por los que nunca había cobrado salario alguno.
Ya que su educación era clásica, se dedicó al estudio de las lenguas muertas y orientales.