Nacido como Amédée Florentin, era hijo del pintor retratista Nicolás Jacques y de la baronesa Ana María Gérard.
Llegó a Montevideo en 1851 con una recomendación de Alexander von Humboldt, e intentó reorganizar la Universidad Mayor, pero sus iniciativas no fueron apoyadas.
Viajó luego a Buenos Aires para dar cursos libres y gratuitos de física, pero estos no prosperaron.
Publicó su excursión al río Salado y al Chaco en la obra Excursion au Rio Salado et dans le Chaco (París, 1857), en la que describió los sucesos de los que fue testigo, así como los paisajes y las costumbres de los pobladores.
Viajó luego a Tucumán, donde puso una panadería e hizo mensuras y daguerrotipos, entre otros muchos oficios, hasta que el gobierno de la provincia (cuyo gobernador por entonces era Marcos Paz) le dio en 1858 la dirección del Colegio de San Miguel, que funcionaba en los antiguos claustros de La Merced y cuyos profesores se habían retirado a Buenos Aires, dejándolo acéfalo.
Muy elogiado, entre otros, por Germán Burmeister, se formaron en él destacados tucumanos como Delfín Gallo o Sixto Terán.
La noche anterior había ido al teatro y a la mañana siguiente su hija lo encontró muerto en su cama.
La impresión fue indescriptible; se nos hizo un nudo en la garganta y nos miramos unos a otros con los rostros blancos, lívidos, como en el momento de una desventura terrible.
La muerte lo había sorprendido al llegar a su casa después de una noche agitada.
Lo llevamos a pulso hasta su tumba y levantamos en ella un modesto monumento con nuestros pobres recursos de estudiantes.
Duerme el sueño eterno al abrigo de los árboles sombríos, no lejos del sitio donde reposan mis muertos queridos.