En este último caso, cambios climáticos habrían aislado a las formaciones arbóreas (el hábitat de la especie) en dos núcleos —uno oriental y otro occidental— y con ello separado en vicarianza en dos grupos a los integrantes de la especie, en sendos refugios glaciales pleistocénicos —teoría de los refugios pleistocénicos—[2][3] provocados por periodos secos y fríos los que redundaron en una contracción en la distribución de las selvas perennifolias, las cuales se refugiaban en dichos núcleos, en donde aún permanecían las condiciones climáticas que les eran favorables.
Las crías abandonan el nido a las 8-9 semanas de edad y seguirán siendo alimentados por los progenitores durante algún tiempo más.
Al ser una especie muy comercializada y con abundantes fugas, no es fácil asignar el origen de los ejemplares misioneros observados a fines del siglo XX, o principios del XXI.
Esta subespecie se diferencia en que presenta las cobertoras alares (la zona de los hombros) con la mancha de color más limitada, y en esta domina el rojo, siendo mucho menor (y más oscuro) el amarillo ——incluso puede estar ausente—.
En los hogares son aves muy longevas, pues pueden vivir cerca de medio siglo.
Escapan del cautiverio con suma facilidad —al tener gran detalle en la movilidad de su pico, lengua, y patas— por lo que es frecuente que forme, parejas, grupos, e incluso grandes bandadas en ciudades donde el taxón originalmente no habitaba.
Es una subespecie aún bastante difundida en algunas áreas de su distribución, aunque ha desaparecido o es rara en otras.
Sus poblaciones están decreciendo debido a su captura para el comercio ilegal, y en especial, a la destrucción total de su hábitat para ser transformado en campos agrícolas, fundamentalmente con destino al cultivo de soja.