[3] Como otro punto a considerar, el autor expone que prácticamente todas las sociedades permanentemente viven desórdenes de forma mayor o menor.
[5] Esta última es clasificada como «revolución territorial nacionalista», con un menor interés de sus líderes por cambios sociales y económicos.
[11] Toda resistencia armada está casi condenada al fracaso (su éxito determina la duración de la guerra civil).
[12] Pero, contra lo que usualmente se dice, los llamados contrarrevolucionarios no son meramente reaccionarios enemigos de las nuevas ideas.
[17] Las sociedades prerrevolucionarias viven antagonismos de clases, especialmente entre aquellos que estaban prosperando y una antigua aristocracia privilegiada.
[19] Su propio éxito económico produce cambios que hacen a las instituciones de gobierno se vuelvan ineficaces.
[45] En un primer momento dominan «los moderados» pero lentamente se van imponiendo mediante la violencia los radicales hasta tomar el poder y suprimir a grupos aún más extremistas pero menos numerosos.