Dirigió dos embajadas ante el Imperio mongol: en las primeras llevaba cartas del Papa Inocencio IV y en la segunda regalos y cartas de Luis IX de Francia para Güyük Khan.
Buen conocedor de Oriente Medio, hablaba árabe y caldeano (se cree que sería siríaco o persa).
Por otro lado, el relato sobre las costumbres mongolas es bastante exacto, y sus declaraciones sobre la cristiandad mongola y su prosperidad, aunque tal vez exageradas (por ejemplo, en cuanto a las 800 capillas rodantes en la comunidad nómada), se basan en hechos.
El misionero franciscano Guillaume de Roubrouck, en su obra sobre las costumbres asiáticas, declara que todo lo que había oído hablar a André sobre esos temas le fue referido a partir de sus observaciones personales.
359–367; Rémusat, Mémoires sur les relations politiques des princes chrétiens… avec les… Mongols (1822, etc.), p. 52.