Antonio Dorta

En 1939 fue detenido, pero sobreseída la causa que lo condujo ante el Juzgado Militar de Madrid, él y su esposa, la grafóloga Mariana Hernández Aguilar (1915-1992), consiguieron sobrevivir gracias a las traducciones que Dorta realizó para las editoriales Pegaso y, más tarde, Espasa-Calpe Argentina.

En 1951, al obtener Dorta una oposición a funcionario y traductor de la FAO, se establecieron en Roma, donde vivieron hasta prácticamente el final de sus días, en contacto con la cultura republicana en el exilio.

[1]​ Entre las traducciones realizadas por Dorta se cuentan obras de autores anglosajones como Carlyle, De Quincey, Boswell, Emerson, Pepys y Ruskin; y franceses, como Arnould, Diderot, Stendhal o Renard.

En este género destaca su aportación a la Antología de diarios íntimos (Barcelona, Labor, 1963), una selección anotada publicada en colaboración con Manuel Granell.

[cita requerida] En 1993, la profesora Isabel Castells recopiló en volumen Cartas a Dácil y otros ensayos, integrado por textos de Dorta publicados en la prensa de Tenerife entre 1929 y 1935.