Esta es la razón por la que, a partir de 1909, Espinosa y su familia se trasladarán a este último municipio, instalándose en la casa que se convertirá primero en hogar familiar, para posteriormente servir como residencia del autor en la villa.
La estancia de Espinosa en Granada y sus escenarios revelarán en la futura labor literaria del escritor una presencia prominente.
[16] Parece probable que en estos años Espinosa emprendiera además su primer viaje parisino.
Característico de sus publicaciones serán también sus exposiciones apolíticas, su antirrealismo, así como un particular enfoque humorístico.
En el verano de 1929, Agustín Espinosa se desplaza nuevamente a Madrid recalando previamente en Cádiz.
En esta última ciudad firma, con fecha 10 de septiembre, su breve Cádiz: Renovación[26] para La Nueva Literatura del periódico La Tarde, que reproducirá posteriormente con leves variantes y ampliación para el n.º 80 de La Gaceta Literaria.
[28] A comienzos de 1930, la participación de Espinosa en la revista de Giménez Caballero, La Gaceta Literaria, se reguraliza e intensifica, compartiendo durante su curso en el proyecto experiencias y páginas con colaboradores destacados como Rafael Alberti, Pedro Sainz, César Arconada, Esteban Salazar Chapela, Alfaro Polanco o Eugenio Montes, entre otros.
Establecido durante los siguientes años en Las Palmas con motivo del ejercicio de la docencia en el Instituto Pérez Galdós, Espinosa continuará viajando con gran frecuencia a Madrid y Tenerife.
La obra es subdividida en una estructura cuaternaria y secuencial correspondiente al desarrollo de las cuatro estaciones del año (primavera, verano, otoño e invierno), un preámbulo, sin título, y el Epílogo en la isla de las maldiciones.
Durante esta temporada residiría junto a su mujer y su hijo mayor en el Hotel Aguere, en la ciudad de la misma denominación.
La exposición, abierta al público entre los días 11 y 21 de mayo, contaría con la participación de los invitados André Breton, Benjamin Péret y Jacqueline Lamba; la inclusión del poeta Paul Éluard en el encuentro habría sido prevista inicialmente;[58] Salvador Dalí y Jean Arp programarán también en un primer momento su asistencia a la isla.
[59] Se exhiben 76 obras entre cuadros, collages, esculturas y fotografías de Pablo Picasso, Joan Miró, Max Ernst, Alberto Giacometti, Marcel Duchamp, Man Ray, René Magritte, Yves Tanguy, Victor Brauner, Dora Maar, Marcel Jean, Hans Bellmer, Jean Arp, Salvador Dalí o el propio Óscar Domínguez, entre otros artistas.
Durante el desarrollo de las jornadas, es redactado un Manifiesto Surrealista, que firmarán Breton, Péret, García Cabrera, López Torres, Pérez Minik, Westerdahl y Agustín Espinosa.
Sin embargo, diversas movilizaciones institucionales y mediáticas promovidas en razón a su contenido por colectivos católicos insulares, tales como la Juventud Católica Femenina o el diario Gaceta de Tenerife, implicarán sucesivos retrasos y restricciones en el programa.
Los tres autores del 98 que más le influirían serían Baroja, Azorín y Unamuno.
Lo peculiar de Baroja es llevar la contraria, costumbre por otra parte no ajena al propio Espinosa.
[83] «Esto no obsta para que Espinosa lo fustigue, aún llamándolo maestro, en El gijonazgo ferial de Ortega».
[88] Otra cosa que agrada al escritor canario son las expresiones populares; se descubre un sentido estético en las creaciones populares que viene a coincidir con el de la literatura más culta.
En el apartado I del capítulo homónimo e inicial de la obra, Lancelot y Lanzarote, el autor determina ya en su literalidad "lo que ha buscado realizar": un mundo poético; una mitología conductora.
[96] Los tres elogios sobre los elementos «camello», «palmera», «cisterna», apartados con títulos propios, actuarían como base estructural, intermediaria y divisoria.
[101] Pérez Corrales, por su parte, se prestará a consolidar el adjetivo más recurrente a la hora de abordar la obra al afirmar que «Lancelot es un libro solar, que filtra la luz atlántica».
[102] Lancelot 28º-7º: Guía integral de una isla atlántica ejercerá posteriormente una notable influencia en el arquitecto y artista lanzaroteño César Manrique.
Sin embargo, Media hora jugando a los dados no debería considerarse un texto surrealista «en la misma medida que Crimen o La Casa de Tócame Roque.
Espinosa ocuparía, pues, como mediador de la vanguardia surrealista en las letras hispánicas «una posición central, tanto por su significación como por su localización [...] se sitúa a la mitad justa entre la etapa de impregnación surrealista de escritores como Alberti y Lorca y el florecimiento surrealista insular orientado por él que dio textos tan importantes como Crimen, Enigma del invitado, Dársena con despertadores o los ensayos exactamente surrealistas de López Torres.» [107] Crimen «no es precisamente una novela, aunque lo parece».
Sin embargo, el propio texto eludirá por naturaleza cualquier intento de catalogación, desafiando con y desde su particularidad la noción misma del género literario.
Hay numerosos asesinatos, múltiples humores negros, desmembramientos, infanticidios, deformaciones monstruosas y aniquilantes conductas escatológicas cuya traducción última es siempre la sangre, la maldición o la tragedia.
El deseo aquí expresado se corresponde con el del amour fou, "qu’Espinosa excelle à décrire, notamment dans Crimen, [l'amour fou] relève du sacré, de l’interdit et de la transgression, qui ne peuvent être ressentis véritablement que si l’auteur est imbu des valeurs métaphysiques et morales contre lesquelles il faut se révolter".
Crimen aparenta no haberse constituido en absoluto mediante el recurso de la escritura automática.
Se han hallado asimismo notables similitudes entre el pasaje La mano muerta del conjunto otoño y el poema Casida de la mano imposible de Federico García Lorca.
El parecía sentirse bien con todos ellos, cantando el "Deutschland, Deutschland", la Marsellesa o la Internacional.»[118] Espinosa reduciría finalmente todos estos planteamientos a la estética y al juego, de manera que cualquier posicionamiento político en su persona tendría que acogerse necesariamente como algo inconsistente o falto de seriedad.